Requisitos previos

La causa más frecuente de pérdida de hueso es el edentulismo: al ir perdiendo dientes, el hueso deja de recibir el estímulo de las fuerzas de la masticación, con lo que se produce, de forma progresiva, una pérdida de volumen (atrofia) del hueso del maxilar o la mandíbula.

Otras causas por las que se puede  perder masa ósea son:

  • Enfermedad periodontal
  • Quistes o infecciones dentarias
  • Extracciones o pérdidas traumáticas de dientes.

Puede perderse altura, anchura o ambas; afortunadamente, en el momento actual la escasez o ausencia de hueso ya no son un inconveniente para la colocación de implantes. Los avances en cirugía maxilofacial nos permiten regenerar hueso y reponerlo en las zonas donde falta, para permitir la colocación de implantes en casi cualquier situación.

Condicionantes anatómicos:

A la hora de planificar implantes hay que tener en cuenta también las siguientes peculiaridades anatómicas:

En el maxilar superior  se encuentran los senos maxilares, que son dos cavidades huecas situadas en los sectores laterales. A medida que el hueso del reborde alveolar se va atrofiando, queda menos altura disponible para colocar implantes y pueden ser necesarias técnicas adicionales para reconstruir el hueso que falta (ver elevación de seno).

En la mandíbula tenemos el nervio alveolo-dentario, parte de la tercera rama del Trigémino, y que es el responsable de la inervación sensitiva de los dientes de la hemimandíbula y el hemilabio correspoondientes. Discurre en el espesor del hueso mandibular, en el llamado «canal dentario», desde su entrada en la rama vertical y termina saliendo del hueso hacia el labio por el orificio mentoniano (entre el primer y segundo premolares).

La presencia del nervio puede limitar la colocación de implantes si se produce una atrofia en altura de mentonianos hacia atrás. En la zona central de la mandíbula, entre los dos agujeros mentonianos, al no haber nervio, tenemos mucha más altura disponible en casos de atrofias graves.

Condicionantes estéticos: