Las fracturas del tercio superior facial son poco frecuentes pero su manejo es muy importante debido a las posibles complicaciones cerebrales y/o orbitarias que pueden producirse. Tan solo constituyen un 5-12% del total de las fracturas del macizo craneofacial, llegando a asociar otras lesiones hasta en un 75% de los casos o englobarse dentro del paciente politraumatizado.
El hueso frontal confiere una gran resistencia al cráneo y al esqueleto facial. Los traumatismos frontales se asocian a traumatismos craneoencefálicos con posibilidad de formación de fístula de líquido cefalorraquídeo hacia la órbita o fosas nasales o incluso neumoencéfalo por fractura del seno frontal, con el consiguiente riesgo de infección.
Las fracturas frontales se asocian a múltiples secuelas estéticas y funcionales que requieren un tratamiento precoz. Los objetivos del tratamiento son mantener la vitalidad del paciente y la restauración anatómica y funcional de las estructuras del tercio superior facial (seno frontal, fosa craneal anterior, órbitas y fosas nasales).
El momento de actuación quirúrgica depende del estado neurológico del paciente. En ocasiones, ante fracturas complejas se precisa la colaboración de un neurocirujano.