Los traumatismos nasales constituyen una patología atendida con frecuencia en los servicios de urgencias. Existe una clara predilección del sexo masculino.
En función del lugar de impacto, la dirección y la intensidad del traumatismo se producen distintas lesiones que van desde una simple fractura sin desplazamiento hasta complejas fracturas nasoetmoidales.
Los síntomas más frecuentes asociados a las fracturas nasales son:
La exploración clínica es el procedimiento más importante a la hora de valorar un traumatismo nasal y de identificar posibles fracturas asociadas. A veces el diagnóstico se ve dificultado por el desarrollo gradual de la inflamación y el dolor a medida que transcurren las horas desde el traumatismo.
Debe realizarse siempre la palpación de la pirámide nasal y una exploración intranasal. En cambio el uso rutinario de pruebas radiológicas en los casos de traumatismo nasal es muy controvertido; en todo caso deben correlacionarse siempre con una cuidadosa exploración clínica.
La decisión de reducir la fractura depende de la evaluación nasal, tanto estética como funcional.
Las fracturas atendidas en las primeras horas pueden ser reducidas inmediatamente. Si con el paso de las horas la nariz está muy hinchada, la reducción debe posponerse entre 2 y 6 días después del traumatismo.
En la mayoría de los casos puede realizarse una reducción cerrada bajo anestesia local, mediante manipulación digital externa y con la ayuda de diversos instrumentos para conseguir la elevación del hueso nasal hundido.
La reducción abierta se reserva para aquellos casos más complejos, fracturas inestables, fracturas con gran conminución de los fragmentos e incluso que precisen injertos óseos o empleo de miniplacas. En estos casos algunos cirujanos prefieren diferir la reducción abierta para un procedimiento secundario de corrección.
Tras considerar satisfactoria la reducción se deben mantener los huesos propios nasales en su posición hasta que consolide la fractura. Por ello se emplea un taponamiento nasal, generalmente con vendas de gasa impregnadas en lubricante o pomada de antibiótico. La duración del taponamiento varía según los cirujanos, pero oscila entre 2 y 5 días. Las férulas de escayola o termoplásticas se emplean para mantener los fragmentos alineados, controlar el edema y proteger la nariz.