Las técnicas fundamentales que se emplean para reconstruir cara, cavidad oral y cuello son las siguientes:
El cierre directo es la técnica más sencilla, y consiste en suturar directamente uno con otro los bordes de la herida.
Los injertos cutáneos (o dermo-epidérmicos) consisten en tomar “un parche” de piel sana de una zona del cuerpo, llamada “zona donante”
Consiste en “conseguir más piel” mediante la inserción de un dispositivo inflable que se coloca bajo la piel
Un colgajo es una porción de tejido que se traspone de un parte del cuerpo del propio paciente a otra, junto con los vasos sanguineos q
El cierre directo es la técnica más sencilla, y consiste en suturar directamente uno con otro los bordes de la herida.
En la cara, habitualmente, sólo puede emplearse en defectos pequeños o en zonas en que sobre mucha piel (pacientes ancianos…), en los que la aproximación de los bordes no produzca distorsión en las estructuras adyacentes. Al cicatrizar, el injerto se retrae y puede desplazar la posición del párpado, la nariz, el labio…
Los injertos cutáneos (o dermo-epidérmicos) consisten en tomar «un parche» de piel sana de una zona del cuerpo, llamada «zona donante» y emplearlo para cubrir la zona donde falta tejido (defecto o zona receptora).
Al tomar el injerto de la zona donante éste pierde su vascularización por lo que, cuando se coloca en la zona receptora, necesitará que penetren en él vasos sanguíneos desde la zona receptora para nutrirlo. La supervivencia del injerto necesita, por lo tanto, un lecho receptor bien vascularizado, y en intimo contacto con la superficie del injerto. Si se mueve el injerto o se produce un hematoma, los vasos no podrán re-vascularizar el injerto, y éste se perderá.
Hay 3 tipos:
Se utiliza la capa más superficial de la piel (epidermis) junto con una parte de la siguiente capa (dermis). La parte profunda de la dermis permanece en la zona donate, permitiendo que ésta cicatrice de forma espontánea por 2ª intención, (como si fuera una rozadura).
Se toma la epidermis y toda la dermis; en estos casos la zona donante no cura de forma espontánea, y necesita puntos de sutura.
se utilizan para reconstruir heridas con forma o contorno complejos, como al resecar un cáncer del ala nasal; el injerto puede llevar, además de la piel, grasa subcutánea o cartílago.
los injertos son una técnica antigua que todavía tiene sus indicaciones, pero presentan varias limitaciones importantes:
Consiste en «conseguir más piel» mediante la inserción de un dispositivo inflable que se coloca bajo la piel en la zona adyacente al área a reparar. El expansor se va rellenando de forma progresiva con suero fisiológico, y el aumento de volumen va estirando la piel.
El tiempo necesario para terminar la expansión depende de cada paciente y el tamaño de la zona a reparar. En ocasiones es necesario colocar varios expansores.
El expansor tiene una válvula, conectada por un tubo de silicona, en la que vamos inyectando suero sin que se escape el líquido al exterior.
Una vez conseguida la cantidad de piel requerida, en la misma intervención se retira el expansor y se reconstruye el defecto.
Un colgajo es una porción de tejido que se traspone de un parte del cuerpo del propio paciente a otra, junto con los vasos sanguineos que le permiten seguir vivo (denominados pedículo vascular). A diferencia de los injertos cutáneos, los colgajos mantienen su aporte vascular, lo que les permite ser usados para reconstruir defectos mucho mas complejos. La reconstrucción con colgajos nos permite devolver la forma y la función a partes del cuerpo que han perdido piel, grasa, músculo o hueso.
Hay tres tipos de colgajos:
En función del tipo de vascularización del colgajo, los podemos dividir también en colgajos de vascularización axial o aleatoria.
Utilizan una porción de piel y tejido subyacente que está próxima al defecto. El colgajo permanece unido al cuerpo por uno de sus extremos, por donde penetra el aporte vascular, y se traspone hacia la zona receptora.
Tiene vascularización aleatoria, es decir, se nutren a través de la fina red de capilares que está bajo la piel; esto puede hacer que, dependiendo del diseño del colgajo o las condiciones de los vasos, pueda no llegar riego sanguíneo suficiente al final del colgajo, con la consiguiente necrosis de esta zona.
INCONVENIENTES:
La vascularización aleatoria provoca limitaciones al diseñar tanto la forma como el tamaño del colgajo, porque es necesario mantener una relación determinada entre la longitud del colgajo y la anchura del pedículo.
En este caso se ha extirpado una lesión de piel de la punta de la nariz, dejando un defecto que no puede ser suturado de forma directa. Se utiliza un colgajo local, denominado colgajo bilobulado, para reconstruir la herida.
Utilizan una porción de tejido que tiene vascularización axial, es decir, el aporte sanguíneo discurre por el colgajo como un eje central que va dando ramificaciones, con lo que evitamos la posible falta de riego de la porción distal que ocurre en los colgajos de vascularización aleatoria.
El colgajo se moviliza desde la zona donante a la receptora SIN seccionar el pedículo vascular, por lo que la distancia a la cual podemos trasladarlo estará limitada por la longitud de dicho pedículo.
Habitualmente son colgajos miocutáneos, es decir, aportan piel y músculo; pero a veces este músculo por donde discurre el pediculo proporciona un volumen o un peso excesivo que pueden limitar la movilidad del colgajo o la capacidad para darle la forma adecuada.
En ocasiones se necesitan dos pasos quirúrgicos, como este colgajo pediculado frontal paramediano utilizado para reconstrucción de un defecto amplio en la punta nasal. El colgajo utiliza los vasos supratrocleares como pedículo vascular, y se sutura en el defecto de la punta manteniendo «un puente» por el que llegan los vasos. Al cabo de unas semanas, cuando el colgajo se ha revascularizado a partir de la zona receptora, se puede secionar el pedículo.
Son colgajos de vascularización axial que están a mucha distancia del defecto, por lo que es necesario seccionar el pedículo y suturarlo con microscopio a vasos de la zona receptora (de aquí el nombre de microcirugía).
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