Los injertos cutáneos (dermo-erpidérmicos) son el método más sencilllo para reconstruir defectos en la cobertura cutánea de la nariz. Sin embargom, tienen varias limitaciones: necesitan un lecho vvascularizado sobre el que prender, la piel puede tener una coloración diferente a la de la nariz, y el grosor también puede no ser el mismo, con lo que quedaría un «escalón» en la unión entre la piel y el colgajo. Esto último puede solucionarse colocando de forma previa al injerto una lámina de dermis artificial (Integra). Además, los injertos se retraen al cicatrizar, por lo que en ciertos casos la forma de la punta o las alas nasales pueden quedar distorsionadas.
Paciente con tuberculosis cutánea en punta y ala nasal resistente al tratamiento médico. Antes de extirpar la tumoración colocamos un expansor tisular en la frente para aumentar la superficie cutánea disponible y poder suturar después de forma directa el defecto del colgajo.
Una vez concluida la expansión, en el mismo acto quirúrgico retiramos el expansor y resecamos la tumoración. Para reconstruir el defecto se diseña un colgajo frontal pediculado a la arteria supratroclear derecha, que sale del ángulo súpero-interno de la órbita.
El pedículo del colgajo debe mantenerse durante, al menos, dos meses para que la piel de la punta de la nariz se revascularice a partir de los bordes de la herida. Durante este tiempo, existe «como un puente» a través del que al colgajo le llega la vascularización desde la arteria supratroclear.
Transcurrido ese tiempo, se secciona el colgajo y se suturan los bordes. El aspecto final de la reconstrucción es muy bueno, porque la piel de la frente tiene una coloración muy similar a la de la punta nasal.
