La cirugía ortognática (del griego: Orthos – recto y gnatos – mandíbula) consiste en la corrección quirúrgica de las deformidades dentofaciales (alteraciones de los huesos de la cara que hacen que los dientes no encajen correctamente), alterando la masticación y la estética facial.
El objetivo es corregir la maloclusión y conseguir una mordida adecuada, restableciendo la función masticatoria y mejorando además la estética facial.
Con frecuencia, las deformidades dentofaciales se asocian a otras disarmonías (nariz, mentón, mejillas, labios), que también podremos corregir para mejorar la estética de la cara.
Si tu cara no te gusta, no te parece armónica ni proporcionada, posiblemente se deba a una alteración en la posición o el tamaño de alguno de los huesos faciales (mandíbula, maxilar, mentón, pómulos, nariz…).
Si además tus dientes no ocluyen bien, puede ser porque estén incorrectamente alineados en un hueso normal, pero hay que descartar que la causa pueda ser una alteración en el maxilar o la mandíbula.
No todos los casos de maloclusión necesitan cirugía ortognática; de hecho, en una gran parte de los pacientes el problema es sólo dentario y la corrección de la posición de los dientes mediante un aparato de ortodoncia (brackets) puede hacer que los dientes encajen bien.
Sin embargo, si la deformidad se debe a una alteración de los huesos, conseguir una oclusión correcta y un perfil armónico sí va a necesitar colocar los huesos en su posición ideal con cirugía ortognática.
En estos casos, además, también es necesario un tratamiento ortodóncico previo, porque al estar los huesos mal colocados los dientes «intentan compensar la deformidad», y se desvían de su posición correcta, con lo que casi nunca encajarían sin ortodoncia.
El papel del ortodoncista es fundamental para eliminar estas compensaciones y alinear correctamente los dientes en las arcadas, que es lo que nos permitirá luego conseguir con cirugía una oclusión perfecta y una cara bonita.