Un quiste es una cavidad patológica con contenido líquido, semiliquido o gaseoso, no originada por el acúmulo de material purulento, y que suele estar, aunque no necesariamente, revestido de epitelio.
Pueden aparecer tanto en el maxilar superior como en el maxilar inferior (mandíbula).
Estos quistes deben extirparse por varias razones: crecen de forma lenta pero progresiva, destruyendo el hueso circundante; pueden llegar a infectarse; y, lo que es más importante, es necesario tener la certeza de que la lesión sea realmente un quiste y no un tumor de aspecto quístico. Muchas lesiones que destruyen hueso ocurren en los maxilares y producen imágenes radiográficas muy similares a las de un quiste.
El debilitamiento de la estructura ósea que produce el quiste al ir destruyendo el hueso contiguo puede producir fracturas patológicas, sobre todo de la mandíbula, o daño en los dientes adyacentes (aflojamiento, desplazamiento y/o reabsorción). Además, un quiste grande puede invadir estructuras vecinas como la cavidad nasal o el seno maxilar, produciendo obstrucción nasal, sinusitis y hasta lagrimeo (epífora) si se obstruye el conducto nasolagrimal.
Obviamente, dado el lento crecimiento, en algunos casos como en pacientes ancianos o muy debilitados con quistes pequeños, o si existen enfermedades sistémicas graves asocadas, puede ser más prudente no intervenir y seguir un control riguroso. En cambio, como la mayoría de las personas jóvenes son sanas y sus heridas curan pronto, es fundamental tratarlos cuando antes.
Muchos quistes suelen tener un crecimiento lentamente progresivo y raramente dan síntomas, por lo que suelen pasar desapercibidos y el diagnóstico suele ser casual al realizarse una radiografía por otra causa.
Pueden descubrirse antes si:
El diagnóstico inicial se realiza mediante una radiología simple: Ortopantomografía: una zona radiolúcida (más oscura, con menor densidad ósea), habitualmente con bordes bien definidos.
Ortopantomografía: se ha marcado en rojo la zona correspondiente al quiste.
Una vez confirmado, es conveniente realizar una exploración más exhaustiva mediante los modernos TACs de Haz de Cono (iCAT), que nos proporcionan mucha más información al realizar cortes en los 3 planos del espacio, nos permite visualizar un modelo 3D, y examinar la cantidad de hueso residual o la relación del quiste con las estructuras vecinas, como el nervio dentario, el seno maxilar o los dientes cercanos.
En función del tamaño y la localización del quiste, y de si se han perdido piezas dentarías y hay que restituirlas mediante la colocación de implantes dentales, hay varias opciones:
La enucleación es el tratamiento habitual de la mayoría de los quistes, y consiste en disecar la lesión, despegándola del hueso, hasta extirparla por completo. En quistes grandes mandibulares el nervio dentario, responsable de la sensibilidad del labio, puede estar en contacto con la pared del quiste, y deberá separarse cuidadosamente para evitar su lesión.
Cuando hay piezas dentarías incluidas dentro del quiste, previamente a la cirugía será necesario realizar una endodoncia, para evitar la necrosis de la pulpa dentaria.
En ocasiones, si el quiste ha destruido el hueso que rodea a la raíz de los dientes afectos, puede ser necesaria su extracción y su posterior reemplazo mediante la colocación de implantes dentales. En estos casos, habrá que valorar si es necesario regenerar el defecto para restituir el hueso perdido.
En los dientes que tengan la raíz incluida dentro del quiste, si tienen suficiente soporte para ser conservados, habrá que combinar la extirpación del quiste con una apicectomía (seccionar la punta de la raíz).
Quiste maxilar que destruye el hueso que rodea las raíces de los dientes adyacentes y obliga a extraer el incisivo lateral por falta de soporte.
En la mandíbula, el crecimiento del quiste puede desplazar el nervio dentario sin afectarlo, empujándolo hacia la basal mandibular.
En algunos casos el quiste llega a destruir la pared ósea que rodea al nervio dentario, contactando con éste directamente.
El crecimiento del quiste puede adelgazar tanto el hueso mandibular que aumente el riesgo de fractura patológica.
CASOS CLÍNICOS: Tratamiento con EXTIRPACION-LEGRADO
Quiste maxilar + apicectomía
* Los casos clínicos incluyen fotografías intraoperatorias que pueden dañar su sensibilidad.
Haga click en el título más abajo para ver las imágenes.
Quiste maxilar gigante por cordal incluido
Regeneración ósea en quiste maxilar
La marsupialización y la descompresión son un método más conservador para reducir el tamaño en quistes muy grandes, y limitar la extensión de la cirugía.
A través de una pequeña incisión se accede al interior del quiste y se crea una comunicación con el exterior, bien mediante la sutura de los bordes o la colocación de un tubo de drenaje.
La presión negativa que se produce al succionar va encogiendo la pared del quiste, arrastrando al hueso y rellenando poco a poco la cavidad. Esto puede permitir salvar dientes que hubiera sido necesario extraer por falta de soporte óseo, ya que vuelven a rodearse de hueso sano
Es una técnica poco agresiva, pero puede necesitar meses para funcionar, durante los cuales hay que irrigar cada día el quiste por dentro para mantener la cavidad limpia.
CASOS CLÍNICOS: Marsupialización
Quiste en sínfisis mandibular
Quiste en ángulo mandibualr
Quiste en rama horizontal
Quiste en sinfisis mandibular
* Los casos clínicos incluyen fotografías intraoperatorias que pueden dañar su sensibilidad.
Haga click en el título más abajo para ver las imágenes.
Marsupialización quiste en sínfisis mandibular
Dependiendo del tamaño del defecto, en ocasiones el organismo es capaz de regenerar espontáneamente el hueso perdido tras la extirpación de un quiste maxilar o mandibular.
Sin embargo, otras veces el hueso por sí solo no es capaz de regenerar la el defecto, o tarda mucho tiempo, y es necesario emplear técnicas para reconstruirlo, sobre todo si tenemos que colocar después implantes dentales
CASOS CLÍNICOS: Regeneración ósea con L-PRF
* Los casos clínicos incluyen fotografías intraoperatorias que pueden dañar su sensibilidad.
Haga click en el título para ver las imágenes.
Caso 1 – Quiste en ángulo mandibular.
Caso 2 – Quiste inflamatorio mandibular.
Caso 3 – Quiste mandibular.
Caso 4 – Quiste asociado a cordal incluido.
Caso 1: Quiste en ángulo mandibular.
Caso 2: Quiste inflamatorio mandibular.
Caso 4: Quiste asociado a cordal incluido.
Si le hemos colocado una gasa, muérdala firmemente hasta que llegue a casa, luego retírela con cuidado.
No fume durante las primeras doce horas, pues puede provocar sangrado e interferir con la curación de la herida.
Es normal que algo de sangre rezume de los bordes de la herida. Puede encontrar a la mañana siguiente la almohada con algún resto de sangre.
No sople ni aspire a través de una paja, pues esto provoca el sangrado.
Si por cualquier causa la herida vuelve a sangrar, coloque sobre ella una gasita doblada y muérdala fuertemente durante media hora…