Los caninos (vulgarmente llamados “colmillos”) son los segundos dientes más propensos a quedar incluidos después de las muelas del juicio.
A diferencia de éstas, los caninos son dientes con una gran importancia para la correcta masticación. Son los dientes que tienen la raíz más larga, y están diseñados para ser el primer diente que contacta con la otra arcada al cerrar la boca, y servir de guía para que el resto de dientes muerdan correctamente.
Por todo ello es muy importante descubrir a tiempo si tienes un canino retenido para tratarlo cuanto antes, porque cuanto más tiempo pase más dificil será que el diente pueda salir.
La inclusión de los caninos es mucho más frecuente en el maxilar superior (89%) que en la mandíbula (11%), y hasta en un 20% de los casos puede ser bilateral.
Es más frecuente que estén por palatino (entre los dientes y el paladar, 87%) que por vestibular (entre los dientes y el labio, 8%). Un 5% se localizan a medio camino entre palatino y vestibular.
De los seis dientes anteriores, los caninos suelen ser los últimos en erupcionar cuando se caen los dientes temporales (de leche). Normalmente salen sobre los 13 años, y muchas veces son los que cierran el espacio que puede haber entre los incisivos centrales.
Si no recuerdas que se hayan caído los caninos temporales, o si el tamaño de tus caninos es más pequeño de lo normal, es posible que tengas un canino retenido.
El diagnóstico inicial se realiza mediante una radiología simple: Ortopantomografía y Rx Oclusal. Es conveniente realizar una radiografía de control a los 8-9 años para comprobar si la erupción dentaria está siendo correcta o existe algún impedimento.
Una vez confirmado, es conveniente realizar una exploración más exhaustiva mediante los modernos TACs de Haz de Cono (iCAT), que nos proporcionan mucha más información al localizar el canino en los 3 planos del espacio.
Los caninos se desarrollan muy altos en el maxilar, y para llegar a erupcionar tienen que recorrer un largo camino en un momento en que, además, el resto de los dientes adyacentes ya suelen haber erupcionado.
Ciertos problemas locales pueden obstaculizar el camino que el canino debe recorrer para llegar a su posición:
Los caninos incluidos en el paladar suelen asociarse a otras anomalías dentarias como alteraciones de la forma, tamaño y estructura, que podrían tener una causa genética.
Hasta el 33% de los pacientes con caninos incluidos asocian ausencia congénita de algún diente (casi 4-7 veces más que la poblacion normal), 47% tienen ausencia congénita de incisivos laterales o son muy pequeños, y en los pacientes con ausencia de estos laterales la incidencia de caninos incluidos es 2,4 veces mayor.
Sin embargo, no está claro si la ausencia del incisivo lateral es un factor local o una alteración genética asociada a la inclusión de los caninos.
Ericson y Kurol (1987) demostraron que la extracción precoz del canino temporal normaliza el eje de erupción en más del 90% de los casos cuando el canino se encuentra a distal del eje del incisivo lateral. Mientras que recupera el eje correcto en un 64% cuando se encuentra a mesial. Los cambios favorables en la posición del canino se dan en los primeros seis meses.
Si no aparecen y la posición es palatina, algunos autores recomiendan la cirugía precoz y tracción ortodóncica para evitar la reabsorción de la raíz del incisivo lateral.
En los casos de pérdida prematura es necesario mantener el espacio de erupción mediante un sistema que se adapte al crecimiento del maxilar.
En la vía de erupción se pueden encontrar dientes supernumerarios incluidos, odontomas, quistes, etc. que obstaculicen el descenso del canino.
En los casos de diastema interincisivo por inserción baja del frenillo labial superior, especialmente si existe una tendencia a la clase II, ya que dicha extirpación estimula el crecimiento de la premaxila y puede aumentar el espacio en la arcada.
Consiste en una pequeña intervención quirúrgica en la que se realiza una pequeña ventana en el hueso (fenestración) a través de la cual se expone la corona del canino incluido, para poder colocar después un dispositivo de tracción ortodóncica que tire del diente para llevarlo a su sitio.
Este tratamiento debe ser coordinado entre el cirujano y el ortodoncista, que previamente habrá ido creando el espacio necesario para el diente en la arcada. Una vez realizada la fenestración, el paciente deberá volver a su ortodoncista para que inicie la tracción ortodóncica.
Lamentablemente, no siempre se puede llevar el diente al sitio. Esto depende de múltiples factores como la inclinación del diente, edad del paciente, la posible presencia de anquilosis (unión del diente al hueso)… En estos casos es aconsejable extraer la pieza para evitar problemas en las raíces de los dientes ya erupcionados. El canino se extirpa, entonces, mediante una intervención bajo anestesia local.
¿Cuándo hay que extraer quirúrgicamente un canino incluido?
* Los casos clínicos incluyen fotografías intraoperatorias que pueden dañar su sensibilidad. Haga click en el título para ver las imágenes.
Si le hemos colocado una gasa, muérdala firmemente hasta que llegue a casa, luego retírela con cuidado.
No fume durante las primeras doce horas, pues puede provocar sangrado e interferir con la curación de la herida.
Es normal que algo de sangre rezume de los bordes de la herida. Puede encontrar a la mañana siguiente la almohada con algún resto de sangre.
No sople ni aspire a través de una paja, pues esto provoca el sangrado.
Si por cualquier causa la herida vuelve a sangrar, coloque sobre ella una gasita doblada y muérdala fuertemente durante media hora…