La Toxina Botulínica (Botox®, Vistabel®) es una proteína natural producida por una bacteria llamada Clostridium Botulimun, que una vez purificada y en dosis mínimas, puede emplearse para relajar ciertos músculos de la cara y combatir las arrugas producidas por la edad, contribuyendo a conseguir una expresión del rostro mas relajada y juvenil.
La inyección de la toxina botulínica de forma localizada en los músculos responsables de la formación de cada arruga permite relajar de forma selectiva sólamente esos músculos, manteniendo intactos el resto. Por este motivo es muy importante que sea un profesional capacitado con experiencia y conocimientos anatómicos suficientes el que realice el tratamiento, para evitar los resultados indeseables por afectación de zonas vecinas.
Las expresiones de la cara se producen porque determinados músculos se contraen o se relajan, haciendo que las cejas suban o bajen, la frente o el entrecejo se arruguen, o se muevan los labios y los parpados.
Estos músculos se mueven porque reciben una señal desde el cerebro a través de ramas del nervio facial, que llegan hasta cada músculo y les hace contraerse. En las sinopsis neuronales (la conexión entre el nervio y el músculo) se libera una sustancia denominada Aceticolina, que al activar unos receptores en el músculo inicia la contracción.
La toxina botulínica bloquea la liberación de Acetilcolina a este nivel, y el músculo afectado deja de contraerse. Es «como si desenchufáramos el cable que lleva la corriente para que el músculo funcione». La piel alrededor de la zona tratada se alisa y las arrugas desaparecen.
El resto de la musculatura facial que no se ha tratado sigue funcionando y se contrae de manera normal, por lo que la expresividad del rostro no se altera, y podrás seguir riendo, hablando, sonriendo… pero con menos arrugas en las zonas tratadas.
Los efectos del tratamiento comienzan a verse a los 3-5 días del tratamiento, pero los efectos de la primera infiltración con Botox suelen desaparecer a los 4 -6 meses y hay que repetir el tratamiento.
Sin embargo, con las sucesivas infiltraciones los músculos implicados se van atrofiando, con lo que la duración del efecto es cada vez mas prolongada.
La Toxina Botulínica puede emplearse para tratar todas las arrugas producidas por el movimiento facial normal; sin embargo, otras arrugas, como las las arrugas permanentes producidas por exceso de exposición al los rayos de sol, no van a mejorar con este tratamiento.
Los mejores resultados se consiguen en las arrugas del tercio superior de la cara (frente, entrecejo y las arrugas peri-oculares o «patas de gallo»).
En la frente, además, la acción del resto de músculos que sí funcionan ayuda a conseguir el efecto de un Lifting frontal pero sin cirugía: se eliminan las arrugas de la frente y se corrige la caída de la parte lateral de las cejas sobre el ojo.
Otras arrugas que pueden mejorarse son las producidas por la contracción del músculo platisma en el cuello, y ciertas arrugas horizontales que aparecen en ciertas personas en el dorso nasal al sonreír, o en el mentón al cerrar los labios.
Las arrugas verticales del labio («código de barras») suelen necesitar tratamientos adicionales con rellenos.
Otra aplicación son los casos de asimetría mandibular por hipertrofia (desarrollo excesivo) del masetero, que es el músculo responsable del cierre de la boca durante la masticación..
Las infiltraciones con Toxina Botulínica consiguen una disminución del tamaño del masetero, restableciendo la apariencia facial..
Es muy importante distinguir estos casos, en los que el hueso es es completamente normal, de aquellos en los que existe una asimetría mandibular por mayor crecimiento del hueso en un lado que en otro, y que pueden producir una maloclusión dentaria. Estos últimos necesitarán corrección mediante cirugía ortognática.
La dosis tóxica necesaria para afectar a un humano es mucho mayor de la empleada en el tratamiento de las arrugas, por lo tanto no hay peligro de toxicidad por el Botox en personas sanas.
En otras enfermedades donde se utiliza el Botox las dosis empleadas son mucho mayores a las utilizadas en la corrección de arrugas.
El tratamiento con Toxina Botulínica no debería realizarse en mujeres embarazadas o con lactancia materna. Por razones obvias no se han realizado ensayos clínicos en humanos y, aunque se cree que no tiene efectos perjudiciales sobre el feto o el lactante, no está demostrado científicamente, por lo que es más seguro no emplearlas en estos casos.
Por el mismo motivo, tampoco es recomendable utilizarlo si estás intentando quedarte embarazada.
En pacientes con enfermedades neuromusculares o alteraciones de la coagulación tampoco debería ser empleado.
En tu primera consulta analizaremos tu caso y podremos explicarte cuáles van a ser los resultados y si pensamos que el tratamiento será adecuado en tu caso. Algunos pacientes acuden con unas unas expectativas demasiado elevadas y hay que ofrecerles una visión realista de lo que realmente se puede conseguir.
La zona a infiltrar se limpia con un antiséptico. Como las agujas empleadas son muy finas y la cantidad de líquido inyectado muy pequeña, no es necesario realizar sedación ni inyecciones de anestésico local; es suficiente con aplicar hielo sobre la piel durante unos minutos o una pomada anestésica 1 hora antes.
El tratamiento no suede durar más de 10-15 minutos, pasados los cuales es posible conducir inmediatamente o volver a la actividad diaria habitual. Sin embargo, es muy importante seguir al pie de la letra las instrucciones post-tratamiento.
En la primera sesión es preferible infiltrar de forma prudente para observar cómo responde tu cuerpo a la toxina botulínica. Es preferible realizar una segunda infiltración al cabo de unos días, si es necesario, que obtener una respuesta excesiva.
Dependiendo del áera tratada, la dosis utilizada, y de tu respuesta al tratamiento, normalmente será necesario repetirlo cada 3-6 meses para mantener los efectos iniciales.