El maxilar superior es la clave de la arquitectura ósea de la cara, proporcionando la proyección en un plano antero-posterior.
La restitución de los arbotantes (nasomaxilar, cigomáticomaxilar y pterigomaxilar) es fundamental para la reconstrucción del maxilar. El tercio medio es la región que recibe el impacto principal en los accidentes de tráfico.
La sensibilidad de los dientes, encía y paladar es recogida por los nervios que atraviesan el maxilar superior.
La clínica de estos tipos de fractura cursa con importante edema facial, hemorragia nasal, equimosis conjuntival y escleral, cara aplastada y alargada, nariz aplanada, hematomas cutáneos, maloclusión dentaria y en ocasiones movilidad en bloque del proceso dentoalveolar.
Hay que tener en cuenta que el edema inicial puede enmascarar los escalones de la fractura.
Existen factores añadidos que pueden retrasar o acelerar la actuación por parte del cirujano, como puedan ser compromiso de la vía aérea, hemorragias incontrolables, peligro para la vista, etc… Así la tendencia es intervenir quirúrgicamente siempre y cuando no existan contraindicaciones generales.
Las incisiones empleadas para la reducción de la fractura y la fijación con placas están determinadas por la extensión de las fracturas maxilares hasta las áreas anatómicas adyacentes. Por lo general se emplea una incisión en el fondo del vestíbulo oral que queda totalmente oculta y sin cicatriz cutánea, aunque en ocasiones es necesario asociar pequeñas incisiones en la región de los párpados, prácticamente imperceptibles.