El cancer de piel es el tumor maligno mas frecuente del organismo.
Los dos tipos mas frecuentes son el carcinoma basocelular y el carcinoma epidermoide (también llamado ca. espinocelular), que suponen entre ambos más del 90 % de los tumores cutáneos. Es fundamental la confirmación mediante estudio histológico, ya que las diferencias en cuanto al comportamiento biológico y evolución clínica son muy importantes.
La localización más frecuente del carcinoma cutáneo es en la cabeza y el cuello.
Se trata de un tumor cutáneo maligno que se origina en las células basales (las células más profundas) de la epidermis o de sus anejos, y crece lentamente con posibilidad de destrucción local, pero rarísimamente metastatiza (diseminación en órganos alejados del tumor original).
Son los epiteliomas cutáneos más frecuentes (50-75% de los casos). El 80% se localizan en la cabeza y el resto, por orden de frecuencia en cuello, tronco, extremidades y genitales. Son más frecuentes en el varón y se suelen presentar en torno a los 50 años de edad. Suelen aparecer sobre piel sana. El epitelioma basocelular no es un cáncer peligroso pero debe ser tratado para evitar que continúe creciendo.
Se trata de un tumor cutáneo maligno derivado de otra capa de la epidermis. El crecimiento es habitualmente más rápido que el del basocelular y tiene capacidad de producir destrucción local y metástasis por vía linfática y sanguínea. Al contrario que el basocelular, aparece casi siempre sobre alguna lesión precancerosa. Es el segundo tumor cutáneo maligno más frecuente. Afecta a la piel, mucosas y semimucosas. Es más frecuente en zonas del cuerpo expuestas a la luz solar, particularmente la cara (mejillas, orejas y semimucosa del labio inferior), seguido de las extremidades superiores, tronco y las extremidades inferiores. Por término medio afecta a varones entre los 40 y 50 años, aunque también puede darse en personas más jóvenes.
La prevención del cáncer de piel está relacionada directamente con la protección a la radiación solar, al ser éste el factor etiológico más importante. La fotoprotección debe seleccionase en relación al fototipo de piel.
La extirpación quirúrgica sigue siendo el tratamiento de elección en el caso de los tumores cutáneos no melanoma, ya que permite el control histopatológico de la pieza resecada, siempre que el tamaño de la lesión y la localización permitan la total eliminación del tumor y un resultado cosmético adecuado, o, al menos, no peor que el obtenido por otros procedimientos. La cirugía permite además el estudio completo de todo el tumor a través del microscopio.
Los objetivos del tratamiento en el caso de tumores cutáneos no melanoma son los siguientes:
Si la evaluación clínica no es precisa o existen dudas acerca de las características del tumor se puede realizar una biopsia previa de la lesión. En la mayoría de los casos el estudio histopatológico se realiza tras la extirpación total de la lesión
– La mayoría de las lesiones pueden ser extirpadas bajo anestesia local.
– Los defectos producidos tras la extirpación de estas lesiones pueden ser cerrados en gran parte de los casos con suturas primarias borde a borde.
– En los casos en los que no puede ser así, son de preferencia los colgajos locales, por su baja morbilidad y resultado estético. En algunos casos pueden utilizarse injertos de piel libre. En casos excepcionales y de gran extensión puede ser necesario el uso de colgajos a distancia.
– Las zonas en las que se crea un defecto funcional, éste debe subsanarse en la medida de lo posible ( párpados, labio, ramas del nervio facial).
– El tejido extirpado debe ser enviado para estudio histológico completo.
Existen otros tratamientos como la radioterapia, la crioterapia, el curetaje o la inyección/aplicación lesional de diversos fármacos, que pueden ser útiles en casos seleccionados.